En recuerdo de Gavin
Guillem López Casasnovas
Catedrático de Economía de la Universidad Pompeu Fabra
Presidente de la International Health Economics Association (IHEA)
guillem.lopez@upf.edu
Gavin Mooney fue mi ‘external’ en York. Tras cuatro años de preparación de mi investigación, con la ayuda de Alan Williams, Ron Akehurst y Bernard Stafford (un macroeconomista), recuerdo aquel verano del 84 como si fuese hoy. Me jugaba un futuro incierto –regresar con un Ph.D. en un momento en el que todos mis compañeros de Departamento que se habían quedado en Barcelona habían conseguido su titularidad por ‘idóneos’ (tipo Mestos –i.e. médicos especialistas cuyo título no estaba aún regularizado-) y ocupaban todas las plazas disponibles. Mi tesis, ‘A budget-based contract to improve efficiency in NGOs with particular application to the hospital sector’, era el resultado de un esfuerzo ímprobo: datos fotocopiados de sótanos del Ministerio de algo denominado “ESRI”, y datos entrados en cintas ‘de puño y letra’. Una validación coherente con un modelo teórico. Era época de tarjetas perforadas; ocupaban un cajón lleno, que ordenadas a conveniencia permitían estimar regresiones de un software Time Series Processor, que requería de una máquina, invisible para los estudiantes, en el Computer Center. Como consumía tiempo (y papel –aquellos extensivos agujereados lateralmente) acudíamos los empíricos al Computer a altas horas de la noche. Con un frío que ‘pelaba’ aprovechábamos el momento para esperar el ‘output’ entre las tazas de un café imbebible pero que no dañaba el sueño: si salía un pliego delgadito de la casilla correspondiente del Centro, malas noticias: algo no había funcionado. Era suficiente una tarjeta desordenada para que apareciera el fatídico ‘trabajo abortado’. Era pues el verano del 84 en Bleachfield, unas viviendas anexas al campus cuando con la investigación doctoral acabada aguardaba con angustia extrema si conseguiría o no los parabienes tras mi examen.
La tesis iba a ser examinada por un tal Gavin Mooney; escocés, de pinta malhumorada, barba prolija y dedo amarillento de gran fumador. Era Gavin un prolífico autor en materias relativas a la equidad en salud que causaban furor entre partidarios de sistemas públicos ‘nhs’. Recuerdo: equidad de acceso, de consumo, de resultado de utilización, de impacto en salud. Todo ello adobado en múltiples variantes de ‘policy’ y su pretendida inserción en la evaluación económica más convencional, campo en el que ya destacaba un tal Mike Drummond.
Recuerdo aquella tarde noche cuando me enfrenté en despacho a puerta cerrada con Gavin, ya como external examiner. Era evidente que había husmeado con cuidado mi tesis ya que su ejemplar contenía stickers con anotaciones varias. Bastaron tres respuestas a tres preguntas para que me liberase con el ‘puedes ir en paz’. Me dio la mano (que es la forma de transferencia de conocimiento en UK) y salí a la calle oscura en plena soledad, con el alivio de cuatro años de trabajo culminado y el récord (la única cosa en la que pude vencer a un competitivo amigo llamado Adam Wagstaff) de finalización de Ph.D. en York en tan breve plazo. No tenía ello mucho mérito: acababa mi beca, esperábamos nuestro primer hijo y mi estancia en York no daba para más.
Después supe de Gavin que había marchado a Australia - qué extravagancia pensé yo!-, que continuaba siendo querido por todos (lo constataba en las reuniones internacionales), aunque se alejaba del ‘Business’ Health Economics, crítico como nunca de los vientos liberales que corrían junto a su gran amigo Bob Evans. Le saludé por última vez en iHEA Toronto.
Borro de mi mente su final desdichado, y recuerdo aquella persona de rostro duro pero trato superamable de la que tanto había leído y que hizo posible uno de los días académicamente más felices de mi vida. Descanse en paz.
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