Agradezco a los editores de Economía y Salud la oportunidad de presentar el número monográfico de Papeles de Economía Española, Medicamentos, Innovación tecnológica y Economía, coordinado por el profesor Félix Lobo, y que ha contado con la colaboración de 28 autores y autoras procedentes de la academia, de la empresa privada, de organismos públicos y de profesionales del ámbito clínico. Monográfico que aborda el análisis de un sector clave para la economía española, desde múltiples vertientes y facetas, contando con 20 artículos estructurados en cinco bloques temáticos (más el artículo de introducción): (i) la I+D+i en la industria farmacéutica; (ii) aspectos empresariales y económicos; (iii) la prestación farmacéutica en las Comunidades Autónomas; (iv) la evaluación de la eficiencia de las intervenciones y tecnologías sanitarias; (v) la visión del sector biofarmacéutico desde las empresas.
El artículo introductorio que abre el número, escrito por el profesor Lobo, “La industria farmacéutica en la actualidad: un vistazo a sus características”, es una de las descripciones más brillantes que he leído sobre un sector en años. A lo largo del artículo se diseccionan aspectos básicos del sector con la precisión del mejor cirujano: desde elementos que caracterizan a la oferta de una “industria basada en la ciencia, la investigación y la innovación de productos” (I+D, productividad; incentivos a la innovación; medicamentos genéricos; competencia; rasgos monopolísticos; fusiones y adquisiciones; costes y beneficios…) a elementos que caracterizan a la demanda (información incompleta y asimétrica; bienes de confianza; relación de agencia; elasticidad precio demanda; aseguramiento y cobertura; abuso moral), junto a otras características específicas de estos mercados en el ámbito de la regulación y de sus actores principales.
Este primer trabajo después desarrolla aspectos más específicos sobre las decisiones de I+D+i en la industria farmacéutica en el segundo bloque (“La economía de la I+D en la industria farmacéutica: un resumen”), junto con el trabajo de Carmen Belmonte y Francisco Abad, “La evolución reciente y perspectivas de la innovación de medicamentos”, donde se detalla con precisión las fases de desarrollo del medicamento y se aborda la siempre espinosa y controvertida cuestión de a cuánto asciende el coste asociado a dicho desarrollo. A este bloque pertenece también el trabajo de Aurelia Modrego y Andrés Barge-Gil, “La I+D en el sector farmacéutico español en el período 2003-2015”, donde, empleando datos del Panel de Innovación Tecnológica elaborado por el Instituto Nacional de Estadística, se revisan los principales indicadores de estrategia, recursos y resultados del sector farmacéutico. En el trabajo se destaca la repercusión de la crisis en la actividad de la I+D+i del sector (con un retroceso a lo largo del período de los indicadores de resultados de patentes, nuevos productos y, algo menos, en exportaciones) y la importancia de disponer de estrategias estables y fiables para un uso eficiente de los recursos.
También dentro de este bloque, destacaría el trabajo de Pedro Luis Sánchez (“La innovación y la industria farmacéutica en España”), donde, tras revisar las cifras de I+D del sector, nos traslada a varias experiencias de éxito de innovaciones farmacéuticas que han incrementado la esperanza y la calidad de vida de la población y han generado mejoras de eficiencia en el conjunto del sistema sanitario (VIH, cáncer, migrañas,…), así como el de Carlos Campillo y Jaume Puig, “Innovación y competencia en el sector farmacéutico en la época de la medicina de precisión”, el cual tiene la virtud de mostrarnos claves importantes para el sector y para los decisores públicos en un momento en el cual la medicina de precisión está generando importantes expectativas en cuanto a su potencial de retornos en salud, pero también importantes retos para los sistemas de aseguramiento públicos a la hora de incorporar estas innovaciones de una manera ordenada y sostenible.
Saltando al siguiente bloque, aspectos empresariales y económicos, Ana Céspedes inaugura el mismo con el trabajo “La evolución de la organización empresarial en la industria farmacéutica”. Un punto provocador que la autora desarrolla en el artículo es el planteamiento de que una industria puntera en innovación, con un capital humano de elevada cualificación y gran impacto económico y social, al tiempo es calificada como conservadora en cuanto a modelo de negocio. La autora vertebra su discurso en torno a ocho ejes de (potencial) cambio: desarrollo de un nuevo modelo comercial; diversificación innovadora más allá del medicamento; incorporación del concepto de salud digital; ruptura de compartimentos estancos (o silos) entre investigación, desarrollo y comercialización; demostración continua de valor con pruebas científicas (evidencia) de tipo clínico y económico; globalización de funciones; creación de nuevas áreas en la organización empresarial; y desarrollo de nuevas competencias interfuncionales. A continuación, el profesor Georges Siotis aborda una cuestión clave en el sector: “La política de competencia en la industria farmacéutica”. Con este fin, revisa la regulación nacional e internacional, identifica prácticas empresariales contrarias a la libre competencia y analiza problemas surgidos en el contexto de las concentraciones empresariales en el sector. El bloque se cierra con el artículo de María Luisa Poncela García y José Carlos García de Quevedo Ruiz (“La contribución del sector farmacéutico al crecimiento, a las exportaciones y a la inversión en España”) donde se recoge información sobre indicadores económico-financieros sobre actividad, infraestructuras, empleo, gasto en I+D, tejido empresarial, instituciones de referencia y se analiza la evolución del comercio exterior de medicamentos, quedando patente que es uno de los subsectores económicos con mayor peso en el conjunto del comercio exterior de bienes con el resto del mundo.
En el bloque dedicado a la prestación farmacéutica en las Comunidades Autónomas, se pone de manifiesto toda la complejidad que supone la gestión de esta prestación y las estrategias de selección y compras públicas de medicamentos, tomando como ejemplo los casos de la Comunidad de Madrid (María José Calvo Alcántara y Ainhoa Aranguren Oyarzabal), Andalucía (Jaime Espín, Julieta Casanova y Jorge Mestre-Ferrándiz) y Cataluña (Antoni Gilabert Perramon). Cada uno de los trabajos aporta información relevante sobre la actuación pública en materia de gestión y uso racional del medicamento, resaltando que lo que compran los agentes, partiendo de sus medios disponibles, no son cajas ni viales, sino salud y bienestar. Por este motivo, el uso eficiente de los recursos públicos es un deber moral de todos los agentes del sistema (enlazando con otro de los artículos del número especial: “Ética, medicamentos e innovación”, de Inés Galende Domínguez), puesto que el coste de oportunidad del despilfarro o el uso inadecuado de los recursos no se mide en unidades monetarias, sino en la salud que se estaría dejando de aportar a personas con necesidades específicas.
La evaluación de las intervenciones sanitarias es una condición necesaria, aunque no suficiente para ello. El siguiente bloque se dedica precisamente a este tema. En el mismo, Miguel Ángel Casado y Javier Soto abordan los aspectos metodológicos básicos sobre los que pivotan dichas evaluaciones (“La trayectoria metodológica de la evaluación de la eficiencia y su futuro”). Algunos, marcadamente técnicos, con alto grado de concordancia entre las agencias evaluadoras internacionales; otros, en cambio, sobre los que hay menos coincidencia, puesto que descansan sobre juicios normativos, los cuales pueden variar entre países y sociedades. Y ello con el reto de mejora continua de la metodología de este tipo de evaluaciones en aras de incrementar su validez, transparencia y utilidad para la toma de decisiones. José Antonio Sacristán y Tatiana Dilla (“El valor de las innovaciones médicas”) enfrentan la difícil tarea de definir el valor de las innovaciones médicas, lo cual hacen con sobrada solvencia. Si un objetivo básico es obtener el mejor resultado posible por cada euro invertido, el concepto de valor y las herramientas disponibles para su identificación y medición se convierten en aspectos esenciales para cumplir con dicho objetivo. Los autores apuestan claramente por el análisis coste-efectividad como herramienta básica en el desempeño de ayudar a la toma de decisiones basada en el valor, teniendo en cuenta el concepto de coste de oportunidad desde una perspectiva social. El bloque se cierra con un trabajo que analiza la evolución de la evaluación de la eficiencia de intervenciones y tecnologías sanitarias en España (Juan Oliva, “La evaluación económica de intervenciones sanitarias en España. Evolución y situación actual”) planteando por qué otros países han superado las barreras administrativas, metodológicas y de aplicación práctica asociadas a las herramientas evaluativas y no así España. Con poca sorpresa, se señala la incoherencia entre el discurso de los decisores de más alto nivel apelando a la relevancia de aplicar el criterio de la eficiencia para la sostenibilidad del sistema sanitario público y el comportamiento en la práctica de los mismos, ignorándola y dejándola de lado. O no. Porque la opacidad del sistema de toma de decisiones nos impide dar una respuesta clara. Corregir esta falta de transparencia y mejorar la rendición de cuentas de los responsables sanitarios de mayor nivel son, de nuevo, los elementos necesarios, aunque no suficientes, para avanzar en la senda de la solvencia del sistema sanitario.
Finalmente, el número se cierra con la visión del sector biofarmacéutico desde las empresas, el cual incluye 4 trabajos: “Industria farmacéutica en España: innovación y compromiso social” (Humberto Arnés); “El sector de los medicamentos genéricos en España” (Ángel Luis Rodríguez de la Cuerda); “Medicamentos biosimilares: una oportunidad para el Sistema Nacional de Salud” (Joaquín Rodrigo); “40 años de autocuidado en España. Un sector consolidado y emergente” (Jaume Pey). Si bien en cada trabajo hay rasgos diferenciales del sector, dada la óptica desde la que escriben cada uno de los autores, lo más interesante es constatar las coincidencias entre los mismos. Un sector farmacéutico fuerte, que continúe con su esfuerzo investigador, que aporte salud y sea pieza clave del desarrollo económico y, al tiempo, concilie sus resultados empresariales con la sostenibilidad del sistema sanitario público, son los buenos deseos que se pueden rastrear en todos los trabajos del bloque.
Solo me restaría, finalmente, reiterar mis enhorabuenas al coordinador del trabajo y a la entidad que lo financia y, a aquellos de ustedes que aún no han tenido ocasión de leer la obra, les deseo que la disfruten tanto como yo lo he hecho.