Economía y salud
BOLETÍN INFORMATIVO - Año 2012. Marzo. nº 73
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Análisis de la influencia de las desigualdades socio económicas regionales sobre la salud de los andaluces y españoles en el periodo 2004-2007



Kristina Karlsdotter
Universidad de Granada

Tesis doctoral de mención europea defendida el día 9 de marzo de 2012 en el Departamento de Economía Aplicada de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Granada, dirigida por José Jesús Martín Martín y María del Puerto López del Amo González, que obtuvo la calificación de Sobresaliente Cum Laude. Tribunal: Dr. Juan de Dios Jiménez Aguilera, Dr. José Sánchez Campillo, Dra. Beatriz González López-Valcárcel, Dr. Juan Cabasés Hita y Dr. Kirk Scott.
Mail: kristina.karlsdotter@gmail.com

Una de las dimensiones del gradiente social en salud que ha generado mayor interés es la relación entre renta y salud. En este sentido, suelen distinguirse dos enfoques: la hipótesis de renta absoluta (HRA) y la hipótesis de renta relativa (HRR). La HRA postula que incrementos en renta individual están positivamente asociados con la salud pero de forma decreciente, es decir, la salud de un individuo mejora con su nivel de renta, aunque cada vez a un ritmo más lento. La HRR considera que el estado de salud de una persona depende de cuánto se desvía su renta de la renta media del país o de la región. La salud de un individuo empeorará, por lo tanto, cuando aumenta la renta de todos los demás individuos de su entorno excepto la suya.

Los individuos que comparten un mismo contexto se ven influidos de forma homogénea por éste. Por ello, es importante considerar tanto variables individuales como de contexto cuando se estudian las desigualdades en salud. Una aproximación metodológicamente atractiva para contrastar el impacto de la renta personal y de la desigualdad de renta son los modelos multinivel, que permiten analizar simultáneamente la influencia en una variable dependiente de varias variables de distinto nivel.

La tesis recoge un conjunto de trabajos que amplían la limitada evidencia empírica en España sobre la asociación entre desigualdades socioeconómicas y salud. El objetivo del primer estudio es contrastar la influencia que sobre la salud ejerce la renta personal (HRA), las desigualdades de renta y el bienestar (Hipótesis de la desigualdad de renta, HDR). La base de datos empleada es la Encuesta de Condiciones de Vida del año 2007. Se utiliza un modelo logit de regresión multinivel con dos especificaciones alternativas de la variable dependiente: la salud autopercibida y la existencia de alguna enfermedad crónica. La población objeto de estudio está constituida por 28.023 personas mayores de 16 años, en las 17 comunidades autónomas de España. Los resultados de este estudio señalan que la proporción de la variabilidad individual en la salud autopercibida y en la existencia de alguna enfermedad crónica que se puede atribuir a la región de residencia representa el 1,3% y el 1,4%, respectivamente, para las dos medidas de salud. Los resultados confirman la hipótesis de la renta absoluta: a mayor nivel de renta personal, menor probabilidad de tener una mala salud autopercibida o de sufrir una enfermedad crónica. No se puede confirmar la hipótesis de la renta relativa para el caso de la salud autopercibida, mientras que para el caso de la enfermedad crónica sí se cumple, lo que sugiere que los resultados son contingentes a la variable proxy de salud estimada. La inclusión de las variables retardadas permite concluir que tanto la renta per cápita como el bienestar per cápita afectan a la enfermedad crónica con hasta 17 años de retardo. Estos resultados señalan los potenciales efectos a largo plazo de las desigualdades de renta y de bienestar a nivel regional sobre la salud de los individuos residentes en los diferentes territorios.

El segundo trabajo de la tesis contrasta la influencia sobre la salud de las personas mayores, de la renta personal (HRA), la desigualdad de renta y el bienestar (HDR) y el capital social. Se utilizan modelos logit de regresión multinivel transversales separados para mujeres y hombres. La base de datos es la Encuesta de Condiciones de Vida del 2007. La población objeto de estudio está constituida por 6.259 personas mayores de 65 años, en las 17 comunidades autónomas de España. Los resultados confirman la HRA: la renta individual se asocia positivamente con la salud. La HDR se confirma parcialmente, observándose una asociación significativa entre el índice de Gini y el bienestar per cápita, a nivel regional, y la salud autopercibida de los mayores, si bien sólo para las mujeres. En relación al capital social, se han considerado dos aproximaciones: el valor de los servicios de capital social per cápita y el porcentaje de mayores de 65 años que pertenecen a alguna asociación, estando ambas estadísticamente asociadas con la salud autopercibida de las mujeres. Los resultados sugieren por tanto una mayor asociación entre la desigualdad de renta y el capital social y la salud autopercibida de las mujeres, frente a la de hombres mayores de 65 años.

En el tercer estudio, que se ha llevado a cabo en el Departamento de Epidomiología Social de la Universidad de Lund, Suecia, bajo la dirección de Juan Merlo, se investiga qué variables están asociadas con la probabilidad de que los individuos residentes en Andalucía tengan una pensión de incapacidad permanente o de invalidez (PI). Para ello se utiliza la Base de Datos Longitudinal de la Población Andaluza del año 2001. La base de datos definitiva está constituida por 467.013 personas de entre 18 y 65 años. Estas personas vivían en 200.560 hogares, que corresponden a 5.380 secciones censales y 769 municipios de las ocho provincias de Andalucía. Se emplean modelos multinivel para estudiar qué variables individuales y contextuales están asociadas con la probabilidad de tener una PI y hasta qué punto el contexto (la provincia, el municipio, la sección censal –barrio- y el hogar) es relevante para explicar las diferencias individuales en la probabilidad de tener una PI. Los resultados muestran que la variabilidad a nivel individual en la probabilidad de tener una PI que se puede atribuir al nivel de municipio, sección censal y hogar representan el 2,8, 6,2 y 30,5%, respectivamente. Los hombres tienen una probabilidad 2,8 veces mayor que las mujeres de tener una PI y dicha probabilidad aumenta un 36% cuando se pasa de un grupo de edad a otro. La edad se consideró en grupos de aproximadamente cinco años (18-24...60-65). El nivel educativo actúa como un factor protector: cuanto mayor el nivel educativo, menor la probabilidad de PI. La posición socioeconómica del hogar está significativamente asociada con la probabilidad de tener una PI. Los individuos que disponen de una segunda vivienda, más allá de la principal, presentan una menor probabilidad de tener PI. Los individuos de hogares que no disponen de al menos un vehículo de motor, presentan el doble de probabilidad de tener una PI que los que viven en hogares que disponen de vehículos de motor. Se ha contrastado la influencia de la privación del barrio en la probabilidad de tener una PI, encontrando que los individuos que viven en los barrios con mayor nivel de privación presentan una probabilidad un 31% mayor que los que viven en barrios con menor nivel de privación.


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Editora de redacción: Ana Tur Prats

Comité de redacción:
José Mª Abellán Perpiñán, Carlos Campillo, Pilar García Gómez, Manuel García
Goñi, Ariadna García Prado, Miguel Angel Negrín, Vicente Ortún.


Han colaborado en este número:
Alejandro Arrieta, José Mª Abellán Perpiñán, Manuel García Goñi, Ariadna
García Prado, Kristina Karlsdotter, Juan del Llano Señarís, Rosa Puigpinós i
Riera, Judit Vall Castelló.