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VI Congreso de Gestión Clínica Toledo, 10 y 11 marzo de 2016
Crónica del VI Congreso de Gestión Clínica
Toledo, 10 y 11 marzo de 2016
Vicente Ortún
CRES-Universidad Pompeu Fabra, Barcelona
Email: vicente.ortun@upf.edu
Cierre de semana en los cobertizos de San Pedro Mártir, sede de la Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas de Toledo. Una semana que, en términos de Gestión Clínica, arrancó el lunes 7 con un homenaje a Alfonso Castro Beiras en Santiago de Compostela, quien nos dejó hace pocas fechas. En Galicia, Alberto Juffe, quien como responsable de Cirugía Cardíaca fue pieza esencial en una de las experiencias de gestión clínica más innovadoras de este país, el área de corazón de Juan Canalejo que Alfonso Castro impulsó, nos explicaba y valoraba esa experiencia que arranca en 1996 y que dejó de prosperar 10 años más tarde, en 2006. El área de corazón del Canalejo ilustra los éxitos de la gestión clínica (GC) así como su principal dificultad: la falta de encaje organizativo.

Esta falta de encaje no implica en absoluto que la GC no haya contribuido claramente a la mejora de la calidad asistencial y al bienestar de los ciudadanos. El alma de los congresos de Gestión Clínica (Jordi Colomer desde su primera edición en 1997) había protagonizado, ya en 1993, un Congreso de Cirugía Mayor Ambulatoria (CMA) en los momentos en que, como cirujano del hospital de Viladecans, fue uno de sus más claros impulsores en España. De acuerdo con que se trataba de una práctica que llegaba a este país con unos lustros de retraso... pero llegaba y se difundía. Eulalia Dalmau, organizadora en Toledo, también en 1993 investigaba la valoración contingente de la CMA, a la que dedicó un capítulo de una tesis doctoral en Economía que presentaría en la Universidad Pompeu Fabra. Y también como casos de éxito podríamos citar el código infarto, la colaboración Cochrane y Xavier Bonfill, el código ictus y José Alvarez-Sabín, la atención integrada al paciente pluripatológico de José-Antonio Cuello y Manuel Ollero (así como muchas otras experiencias andaluzas de GC), la MBE, experiencias de integración asistencial como la del área de Palamós, la atención multidisciplinar al cáncer impulsada, entre otros, por Josep Mª Borrás y José Expósito (magistral y sincero de nuevo en Toledo) y, en general, muchos de los avances derivados de la responsabilización de los profesionales sanitarios en la gestión de los recursos.
La primera jornada toledana, tal como exige el momento de cierto deterioro institucional, conoció la participación de Enrique Gil Calvo y Guillem López Casasnovas, así como las del politólogo Vallespín, la anestesista diputada de Podemos Mónica García, el experto en gestión pública Carles Ramió y el geriatra López Arrieta. Se presentaron las experiencias innovadoras del portal de transparencia de Sagessa (Eduard Gil), de la organización mediante entidad cooperativa de la atención pediátrica en la comarca del Alt Urgell (Jordi Fábrega), del Foro Osler (Lorenzo Alonso) y de la ya citada de atención multidisciplinaria al cáncer de José Expósito, quien señaló el agotamiento del modelo de gestión clínica andaluz, el síntoma de partida a la privada de 8 de los 22 miembros de su equipo durante la crisis, y de la necesidad de un ‘volantazo’. Resulta inevitable establecer un paralelismo con el área del corazón del Canalejo: De nuevo una GC que avanza en sus componentes clínicos de efectividad, adecuación, y calidad pero que continúa sin ser encajada organizativamente.
De hecho puede establecerse un paralelismo entre las experiencias de gestión clínica y la elevada mortalidad infantil de las pequeñas y medianas empresas (PYME). Muchas políticas industriales fomentan un emprendimiento que pasa por crear más bares, peluquerías o cuentas ajenas vestidos como autónomos. Tanto con las PYME como los las experiencias de gestión clínica el énfasis hay que ponerlo en crear las condiciones para que crezcan y se desarrollen alcanzando la adultez plena evitando legorrea inane como la del proyecto de Real Decreto “por el que se fijan las bases para la implantación de las unidades de gestión clínica en el ámbito de los servicios de salud”.
La segunda jornada toledana arranca con Juan José Rodríguez Sendín y Vicente Ortún analizando los pros y contras de la funcionarización. Susana Lorenzo, Rafael Bravo y Joaquín Camprubí revisan en la siguiente mesa la medicina basada en la evidencia (MBE), para que Ildefonso Hernández y Michelle Mc Dowell del Harding Center for Risk Literacy de Berlín, cierren el programa indagando en cómo evitar lo fútil, inútil y perverso en la práctica clínica.
Las presentaciones de este VI Congreso de Gestión Clínica pueden encontrarse en la página web de la Fundación Gaspar Casal que, a través de su director Juan del Llano, ha coordinado conjuntamente con Jordi Colomer, las cuatro últimas ediciones de este congreso: ésta de Toledo, 2014 en Galicia, 2012 en Valencia y 2010 en Madrid (http://www.fgcasal.org/6CGC/index.asp).
Se adjuntan, finalmente, las conclusiones de este VI Congreso, leídas en su clausura por Jordi Colomer.
Conclusiones extraíbles del VI Congreso de Gestión Clínica
Toledo, 10 y 11 marzo de 2016

Jordi Colomer Mascaró
Director del Máster de Gestión Clínica de la UOC
Coordinador del VI Congreso Gestión Clínica organizado por la Fundación Gaspar Casal
Email: jcolomerxp@gmail.com
Desde el primer Congreso realizado en 1997, hemos asociado la gestión clínica con una nueva forma de trabajar, porque incorpora nuevos instrumentos y áreas de conocimiento para mejorar las decisiones clínicas (epidemiología clínica, coste-efectividad, gestión de la información, variabilidad de la práctica clínica, medicina basada en la evidencia) en todos los niveles (profesional clínico, a nivel institucional –asistencia primaria, hospitalaria, sociedades científicas, etc.) y en las políticas públicas.
En las decisiones clínicas debemos ser conscientes de nuestras limitaciones, pues nadie nos puede asegurar que una persona sensata, que dispone de la información suficiente, tome las decisiones correctas. Por un lado, porque los modelos mentales y los sesgos cognitivos condicionan nuestras percepciones y, por otro, por las dificultades que entraña manejar cómodamente los números y el azar.
Desde el primer congreso de gestión clínica hasta la actualidad, el salto tecnológico en los sistemas de información ha sido exponencial. En el primer congreso de 1997 no disponíamos del buscador más utilizado hoy en día y en 2003 aún no conocíamos las redes sociales. Desde entonces, a pesar del ingente incremento de la accesibilidad a la información, la capacidad de almacenamiento de datos y el análisis de determinadas decisiones clínicas son motivo de controversia: revisiones sistemáticas, ensayos aleatorios, programas de detección de cáncer de mama y colon, incluso la misma medicina basada en la evidencia.
En este VI Congreso intuimos que se aproxima una nueva etapa para la gestión clínica que deberá afrontar unos cambios mucho más relevantes en la relación médico-paciente. Si entendemos la decisión clínica como un deducción estructurada a través de datos, basada en árboles de decisión que dibujan determinados algoritmos, con las bases de datos disponibles y nuestra capacidad de aprendizaje de los sistemas de computación, esta racionalidad en la toma de decisiones podrá ser, en determinados casos, una alternativa ante decisiones humanas mucho más vulnerables, que se toman con dificultades ante la velocidad de vértigo con que se difunde información y la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad asociadas con ella.
Tras los dos días de este Congreso, celebrado en Toledo, y a partir de las voces escuchadas en las diferentes sesiones donde se han tratado y debatido estos temas, hemos extraído las siguientes conclusiones:
- Si la gestión clínica significa fomentar una medicina sensata en un contexto de expansión de la información y el conocimiento, debemos saber que, a pesar de disponer de toda la información de forma adecuada, no siempre producimos las respuestas correctas.
- Mientras que la primera revolución fue el lavado de manos, la actual será disponer de información útil y clara e interpretarla adecuadamente.
- Datos abiertos significa, en otras palabras, dar y tener acceso a otras áreas de conocimiento y que con audiencias apropiadas se pueden mejorar los resultados.
- La creatividad y la corresponsabilidad de los profesionales requieren un esfuerzo muy relevante, pues en un escenario donde prevalece la garantía de la inmortalidad de las organizaciones y de las personas hay que vencer muchas rémoras y fuertes inercias que incentivan en sentido contrario.
- Los eventos adversos corresponden a complicaciones asociadas con la cirugía, con los procedimientos médicos y con errores de medicación, que o bien no se registran de forma adecuada o cuya subnotificación es notable, pero los errores diagnósticos sencillamente son olvidados.
- La medicina basada en la evidencia (MBE) significó pasar de una medicina codificada por la experiencia personal, la tradición y el valor e imposición de la autoridad a una toma de decisiones más estandarizada, pero que reconoce sus limitaciones con las nuevas fuentes de información y su validez en el mundo real de la práctica clínica.
- El reto actual de los sistemas de salud es legitimarse, tanto a nivel de las políticas de salud como en la práctica clínica habitual.
- Disponemos de muchas más aptitudes con muchos datos, mejores tecnologías de la información y capacidad de análisis, pero sin la alfabetización numérica adecuada para los retos que nos presentan.
- En la sanidad pública, las innovaciones tecnológicas que de por sí no conducen a la insaciabilidad, aunque presenten beneficios marginales, siempre acaban entrando.
- Las unidades de gestión clínica se han agotado. Seguimos sin disponer de evaluación de resultados que muestren mejoras y el entusiasmo inicial de los profesionales hacia estas unidades se ha diluido. La falta de autonomía de gestión real explica parte de la desazón.
- Si interesa el desarrollo de nuevos modelos de organización de la gestión clínica se necesita más un cambio institucional y de política que un mero proyecto de ley. Es preciso resolver la desconfianza social reinante en las instituciones.
- Estamos inmersos en una nueva etapa que se caracteriza por volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad, que requiere disponer de un espíritu crítico para fomentar la atención y las decisiones trascendentes.
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