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13-06-2019
Investigadores catalanes diseñan una herramienta para medir los efectos del fraude financiero en la salud mental
- Varios trabajos afrontan los costes para el sistema sanitario de los fraudes de la banca, en el marco de las XXXIX Jornadas de Economía de la Salud con el lema ‘La transparencia es saludable: la importancia de la rendición de cuentas en Sanidad’
ALBACETE, 13 DE JUNIO || Un grupo de investigadores catalanes han diseñado una herramienta para medir los efectos del fraude financiero en la salud mental, lo que comporta costes para el sistema sanitario español.
Es un hallazgo al que han dado forma investigadores de la Universidad de Barcelona y del Centro de Investigación en Economía y Salud (CRES-UPF).
Y que presentaba una de ellas, Judit Vall, dentro de las XXIX Jornadas de Economía de la Salud, que se celebran esta semana en Albacete (Castilla-La Mancha), organizadas por la Asociación Economía de la Salud bajo el lema ‘La transparencia es saludable: la rendición de cuentas en Sanidad.
En concreto, lo que se ha hecho es medir la proporción de bancos con prácticas fraudulentas en base a varios parámetros respecto al total de bancos, y compararlo con los indicadores de salud mental.
El estudio recuerda como las cajas se “aprovecharon” de la “relación de confianza” para ofrecer productos de riesgo, como las preferentes, de las que repasa sus características, más complejas que las acciones tradicionales (sin dar derecho de voto en la toma de decisiones) y ligadas a los beneficios de la propia entidad financiera, vendidas “sin la información adecuada del nivel de riesgo”.
El trabajo se encuentra en una fase incipiente que se quiere ampliar para llegar a descender al nivel municipal, si bien ya se tiene un nivel de detalle importante en el análisis por distritos sanitarios que permiten constatar que en algunos existe hasta un 45% de oficinas pertenecientes a bancos con prácticas fraudulentas constatadas. Y en las zonas más expuestas, se constata más deterioro de la salud mental.
EL FRAUDE BANCARIO ELEVA LOS COSTES PARA EL SISTEMA SANITARIO
Así también se ha presentado el estudio ‘Asociación entre la exposición al fraude financiero y la salud percibida, la comorbilidad y el dolor en hombres y mujeres del municipio de Madrid’, con Belén Sanz Barbero, de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III (del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades).
Este trabajo se apoya en la Encuesta de Salud de la ciudad de Madrid, que incluso incluyó preguntas específicas sobre el tema financiero, y lo que se han encontrado es mayores problemas de salud en las personas que han sufrido un fraude financiero.
Por ejemplo, los hombres expuestos a fraudes tienen una probabilidad de enfermeras dos veces superior a los que no, y se constata que si se aumenta la intensidad del impacto del fraude o su duración, lo hace también la del problema de salud.
MAYOR PROTECCIÓN A LAS VÍCTIMAS
El estudio pone de manifiesto la necesidad de dotar a las víctimas de los cuidados necesarios, y de que a la hora de compensarles, no se tengan en cuenta sólo las pérdidas económicas sufridas, sino también el impacto en la salud. En la misma línea, ante los efectos sobre la salud, se pide una regulación más estricta.
La investigadora Belén Sanz Barbero explica que está asociado a un estrés psicosocial, consecuencia de la percepción de engaño o de la ruptura de confianza, entre otras dolencias.
Y desde la Universidad Complutense de Madrid el estudio ‘Crisis financiera y salud mental: mecanismos de transmisión y evidencia disponible’, en el que repasa distintos estudios al respecto.
Como exponía Rosa Urbanos, los canales de transmisión de la crisis y los problemas de salud mental incluyen factores como el desempleo o la precariedad (asociados a su vez a problemas de identidad y autoestima), o el endeudamiento que se vincula a la probabilidad de ansiedad.
Pero también otros como la propia situación de la sanidad, perjudicada por la mayor carga de trabajo asociada a las consecuencias de la crisis (por tanto, con más demoras en la atención) y también por disponer de menos recursos.
De modo que se concluye que una parte importante de las soluciones han de venir de mano de políticas sociales, no estrictamente sanitarias, y dentro de las sanitarias, se apuesta por mejorar los diagnósticos tempranos y la atención a trastornos mentales.
Además, se plantea la necesidad de una mayor educación financiera y también una mejor regulación del sector, que pueden “limitar” futuras crisis financieras, una vez constatado que al afectar a la salud tienen efectos sobre el sistema
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