Historia reciente de las pandemias
Se dice que esta epidemia global, conocida como la COVID-19, es un evento “nunca antes conocido”, nunca experimentado. Pero no es cierto. Hay múltiples referencias en nuestra historia a epidemias similares a la ocasionada por el coronavirus SARS-CoV-2.
Es importante recordar que el término “pandemia” es un término epidemiológico que no está relacionado con la patogenicidad del agente. La humanidad ha sufrido grandes pandemias, como la peste negra, que asoló Europa durante más de cinco siglos, el cólera o las clásicas pandemias de gripe. El efecto que ocasionan se debe a la naturaleza del microbio y la epidemiología de la infección, si bien depende también de la velocidad, coordinación y capacidad de respuesta de los países afectados. En las dos últimas décadas, destacamos la presencia de tres infecciones originadas por coronavirus (SARS-CoV-1, MERS-CoV y SARS-CoV-2), nunca asociados a este tipo de episodios en la especie humana, y un episodio de gripe, comúnmente denominado gripe porcina (Tabla 1).
Tabla 1. Datos de algunas pandemias recientes
NOMBRE | AGENTE | PERIODO | ORIGEN | AFECTADOS | MUERTOS | LETALIDAD |
COVID-19
|
SARS-CoV-2 | 2019-2020 | China | 7.031.249* | 403.112* | 5,7%* |
SARS | SARS-CoV-1 | 2002-2003 | China | 8.098
|
774 | 9,2% |
MERS | MERS-CoV | 2012- 2015,
2018 |
Arabia Saudí | aprox. 2.500 | 858 | 37% |
Gripe porcina H1N1 | A(H1N1)pdm09 | 2009-2010 | Norteamérica | 700-1.400 millones | 151.700 a 575.400 | 0,03% |
Fuente: https://www.who.int/; https://www.cdc.gov/
* cifras de 08-06-2020: https://coronavirus.jhu.edu/
¿Por qué surgen las pandemias?
Un punto común de muchas de las pandemias es el comienzo por una antropozoonosis (enfermedad que se transmite del animal al ser humano) que adquiere la capacidad de transmisión interhumana. En ocasiones, huéspedes intermedios pueden intervenir en el salto de especie desde el hospedador inicial hasta el ser humano. La entrada de los humanos en los ecosistemas donde estaba ausente o su presencia era muy esporádica también promueve el contacto con nuevos microorganismos para los cuales su sistema inmunológico no ha sido preparado.
Otro factor que facilita la propagación de una enfermedad y, por lo tanto, su extensión pandémica, es la posible ausencia o debilidad de los síntomas en ciertos pacientes que, sin embargo, en ocasiones excretan el agente. Estos pacientes asintomáticos o paucisintomáticos no se detectan en ausencia de una detección sistemática y constituyen una multitud silenciosa de potenciales transmisores (COVID Reference, 2020).
Ante la aparición de una pandemia, la mejor manera de detener la explosión demográfica de un patógeno es cortar la cadena de transmisión. Esta recomendación se enfrenta con un mundo más globalizado, más interconectado, con un flujo de personas y mercancías continuo. Además, las enfermedades transmisibles se propagan más fácilmente y se desarrollan de manera mucho más eficiente en los sistemas altamente poblados. La urbanización, el desplazamiento masivo internacional y las migraciones, más el cambio climático, crean condiciones ideales para la aparición y propagación de los agentes patógenos. A ello se une el carácter generalmente nuevo de los agentes, que motiva que en las primeras fases carezcamos de métodos de diagnóstico y de pruebas de eficacia en referencia a las medidas sanitarias más adecuadas. El tiempo necesario para su establecimiento jugará a favor de la propagación de la epidemia. Es vital el desarrollo de programas conjuntos de actuación supranacionales, casi globales, que permitan desarrollar estrategias conjuntas de control de este tipo de eventos. Las pandemias surgen como una consecuencia de la interacción del ser humano con las especies con las que convive. Este hecho subraya la importancia del concepto de «One health» o «Una sola salud», a través de la estrecha colaboración entre los servicios veterinarios y los servicios médicos. Además, la investigación debe ayudarnos a conocer los agentes infecciosos, principalmente en las especies silvestres, requisito previo esencial para combatirlos mejor.
¿Nuevas pandemias? ¿Agentes más probables?
Es difícil ir del pronóstico a la predicción. En el juego del «croquet viviente«, en el libro “A través del espejo”, de Lewis Carroll, Alicia juega con la Reina Roja, estando los mazos representados por flamencos rosados y las bolas, por erizos. Los flamencos vuelven la cabeza de vez en cuando y, por lo tanto, es imposible predecir cuándo Alicia golpeará y en qué dirección. En cuanto a los erizos, deambulan por donde quieren. Es totalmente imposible predecir el resultado del juego. El experto Didier Raoult propuso recientemente la teoría del «croquet viviente de Alicia» para explicar la imposibilidad de predecir la ocurrencia de eventos en un entorno donde varios organismos vivos están evolucionando (Raoult, 2016). Tratar de predecir qué sucederá es arriesgarse a caer en la profecía.
Entre los potenciales candidatos a desencadenar la próxima pandemia, a priori, nos referimos a agentes víricos con capacidad de adaptación o de saltar de una especie a otra, contagiosos y con capacidad de transmisión entre los seres humanos tras el salto o adaptación. Los virus gripales y los coronavirus han evidenciado esas características, lo cual los coloca entre los favoritos para generar un nuevo episodio pandémico. Las características de su genoma los hacen muy variables, con elevadas tasas de mutación y una rápida evolución. Otros virus, como el Ébola o el Marburgo, es muy complejo que ocasionen grandes pandemias, al menos en Europa. Otro tipo de virus, transmitidos principalmente por vectores, como la fiebre del valle del Rift, podrían incorporarse a esta lista, pero siempre estaríamos hablando de un curso más lento de la infección. Conclusión: es una verdadera incógnita. Siempre estaremos a expensas de cambios en los agentes que posibiliten la transmisión efectiva humano-humano, como ha sucedido con la COVID-19, algo totalmente impredecible.
Estrategias de control frente a las nuevas pandemias
No hay estrategias de control que garanticen el éxito al 100% a la hora de prevenir la aparición de nuevas pandemias (Figura 1).
Figura 1. Interacción entre hospedadores y agentes infecciosos en un mundo globalizado
Fuente: elaboración propia.
No obstante, hay una serie de factores de riesgo que conocemos y debemos controlar:
1) La Interacción con la fauna silvestre. Causa de muchos de los eventos pandémicos que han surgido, con la participación en ocasiones de la fauna doméstica. La interacción es cada vez mayor, motivada por la ocupación de hábitats hasta ahora exclusivos de muchas especies con un contacto esporádico con nosotros. Además, desconocemos la mayoría de los agentes infecciosos de los que son portadores estas especies.
Posibles mecanismos de control. No es sencillo. Por ejemplo, las aves, principalmente silvestres, son portadoras de los virus gripales. Podría ser factible tratar de reducir su contacto con las aves domésticas merced a la mejora de las explotaciones y su bioseguridad, o reducir su contacto con otras especies domésticas o silvestres, como el cerdo, donde pueden producirse reordenaciones in vivo de agentes virales (Mostafa et al., 2018). También sería factible promover campañas de vacunación frente a la gripe convencional en el personal que trabaja con aves. En otros casos, la adopción de medidas es inviable. Por ejemplo, la reciente detección en España de algunos casos del virus de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo está asociada a su transporte a largas distancias por parte de las aves migratorias. Controlar sanitariamente las aves migratorias es imposible, pero sí podemos potenciar la instauración de sistemas de vigilancia permanente.
2) La interacción entre especies domésticas y de éstas con el ser humano. Hay que limitar el contacto entre las especies domésticas, sobre todo en ambientes estresantes (mercados de abasto, elevada densidad de animales, etc.)
Posibles mecanismos de control. La adopción de estrictas medidas de bioseguridad en las explotaciones puede evitar el contacto directo entre los microorganismos que portan muchas especies domésticas y el propio ser humano. Sin embargo, en algunos contextos, como pueden ser los mercados de animales vivos o las pequeñas explotaciones, es mucho más complicado.
3) Hábitos y costumbres humanas. El consumo de productos como la sangre es tradicional en la gastronomía de los cinco continentes. Sin embargo, según la elaboración, el riesgo de contactar con agentes potencialmente zoonóticos es mayor. Así, la sangre, al ser cocinada, tiene mucho menos riesgo que si se consume cruda. El consumo de especies silvestres también puede constituir un riesgo importante de contactar con agentes peligrosos, aunque el riesgo de generación de pandemias parece menor.
Posibles mecanismos de control. Limitar o reducir el consumo de algunas especies o la preparación de determinados platos culinarios.
4) Sistema de vigilancia a nivel mundial. Las últimas pandemias han evidenciado la necesidad de contar con un sistema de vigilancia de agentes zoonóticos activo que vele por la seguridad de todos los habitantes del planeta y que cuente con la máxima transparencia por parte de todos los gobiernos nacionales.
Posibles mecanismos de control. Es necesario una acción coordinada de la Organización Mundial de Salud (OMS), la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y los gobiernos, al objeto de adoptar mejores mecanismos de vigilancia, diagnóstico, alerta y actuación ante la aparición de una posible enfermedad potencialmente pandémica.
5) Uso de agentes biológicos en laboratorios de investigación. Es necesario categorizar y priorizar los acuerdos en referencia a los virus potencialmente pandémicos que han existido o aún existen en el mundo.
Posibles mecanismos de control. Existencia de un registro general y transparente de los agentes biológicos existentes en cada país sea cual sea su finalidad.
Finalmente, es la acción de la humanidad la que en la mayoría de los casos explica la evolución de los agentes patógenos, la aparición de especies nuevas, más resistentes y virulentas. Hay que “cuidar”, “mimar” nuestra relación con el medio ambiente. Como decían Louis Pasteur o Claude Bernard, “El microbio no es nada, el terreno es todo”.
Conclusiones
Otras pandemias ya han ocurrido antes de la pandemia de la COVID-19. Nuestro conocimiento de la ecología microbiana y la evolución actual de la humanidad y del medio ambiente indican que ocurrirán otras. La naturaleza impredecible de su evolución nos obliga a disponer de estrategias de vigilancia y control más eficaces y coordinadas. Además, hoy en día, hay que considerar el contagio “mediático” que amplifica, en tiempo real, la imagen de gravedad que tenemos de un evento. No podemos olvidar que la gripe estacional, la tuberculosis o la infección por el VIH, devastadoras en el tiempo, son responsables de millones de muertes anuales y no se publica diariamente el número de muertes. Los modelos de predicción futuros deberían integrar el impacto económico y social de las medidas de salud implementadas en un equilibrio global junto a la letalidad directamente relacionada con el agente infeccioso y las pérdidas colaterales.
2 ideas sobre “La (siguiente) pandemia que está por llegar”
Apreciados Christian y Laurent, Gracias por vuestra iluminadora entrada y enhorabuena a los editores por ficharos. Pregunta desde la ignorancia (aunque inspirada por Ricard Sole -espléndida ‘La lógica de los monstruos’): ¿Hasta qué punto la pérdida de la biodiversidad constituye un nuevo factor que está propiciando, y puede propiciar todavía más, un festival de nuevas enfermedades infecciosas?
Muchas gracias Vicente por esta pregunta y por el interés en nuestra modesta contribución para comprender los eventos que estamos atravesando. Esta pregunta destaca que nuestros comportamientos diarios aquí tienen una influencia allí, en particular en la reducción de áreas donde una alta biodiversidad aún persiste. La biodiversidad juega un doble papel en la emergencia de enfermedades infecciosas: la alta biodiversidad constituye una fuente de nuevos agentes patógenos, pero al otro lado, la pérdida de biodiversidad promueve la transmisión y la rápida propagación de patógenos. Fenómeno llamado «spillover», vemos hoy el resultado de un desbordamiento de zonas de alta biodiversidad en contacto con compartimentos de baja diversidad. Es difícil decir hasta que punto ese fenómeno es un factor nuevo. Me parece que empezó ya al neolítico pero que la aceleración es reciente. Quizás encontrarás elementos de respuestas en ese interesante papel de Keesing et al. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/pmid/21124449/ donde autores revisan los efectos de la biodiversidad en la transmisión de enfermedades. Concluyen que las conexiones entre biodiversidad y enfermedades son suficientemente claras para justificar la urgencia de preservar los ecosistemas naturales y la biodiversidad que contienen.