El “cuidatoriado” y el viento de La Mancha, crónica de una Jornada Técnica

Prados verdes de extensión infinita iluminados por un sol envolvente, molinos de viento y un pasajero con un bigote sospechosamente parecido a las múltiples representaciones de Don Quijote son varias de las escenas durante mi viaje en tren hacia Madrid, tras asistir a la Jornada Técnica de AES Valoración de los Cuidados de Larga Duración, que se celebró el 7 de marzo en Albacete. Me alegro de resistir a la tentación de coger mi móvil u ordenador, y en vez, pararme a observar todo cuanto me rodea y empezar a escribir esta crónica, con lápiz y papel.

El viento de la Mancha refrescó durante nuestra estancia en Albacete pero la calidez del Comité Organizador de las XXXIX Jornadas de AES, encabezado por Isabel Pardo García de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), nos resguardó de toda incomodidad de la intemperie. Y dicho Comité también organizó con absoluto éxito la Jornada Técnica que precede a las Jornadas anuales de AES, que este año tienen como lema La Transparencia es Saludable.

Lleno absoluto en el Salón de Actos de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la UCLM para escuchar al plato fuerte de la Jornada, Dra. María Ángeles Durán, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y primera mujer Premio Nacional de Sociología 2018. La Dra. Durán no defraudó y encandiló a la audiencia con su sabiduría, experiencia vital y humanismo. Un deleite que empezó recordando a sus profesores de economía en la universidad, y con especial reseña a José Luis Sampedro, economista y seguro todavía mejor humanista. Y justo me acuerdo de una de las citas de Sampedro, “El tiempo no es oro; el oro no vale nada. El tiempo es vida”. Tiempo nos faltó porque la ponencia pudo haber durado todo el día, pero la Dra. Durán nos inyectó mucha vida, realismo y también optimismo.

A Raúl del Pozo, a quien he convencido o mejor dicho “liado” para co-escribir esta crónica, le dejo la dura tarea de sintetizar el contenido de las ponencias, para algo es uno de los expertos de cuidados de larga duración en este país. Mis pinitos en el tema, que hice ya hace unos años trabajando en el Centro de Investigación en Economía y Salud (CRES), me quedan lejos, aunque los recuerdo con mucho cariño porque fue uno de los primeros proyectos que hice en Economía de la Salud. Quién sabe, quizá esta sea la primera y la última colaboración con Raúl si se cansa de mí, o sea el principio de una nueva y fructífera cooperación.

El “cuidatoriado” como paradigma de concentración del cuidado informal: situación actual y perspectivas de futuro

La primera ponencia de la Jornada Técnica corrió a cargo de la Dra. María Ángeles Durán, pronunciando una alocución tan brillante como atractiva. Definió los sectores intervinientes en la casuística y retos del cuidado: empresariado, voluntariado, Estado y familias. Su parlamento partió de la existencia de la Ley del Hierro del Cuidado, resumida en que quien precisa con mayor urgencia cuidados, generalmente más reducida es la probabilidad de disponer de recursos suficientes para poder satisfacer dichas necesidades.

A partir de esta base, desgranó minuciosamente el rol de cada uno de ellos. Así, el empresariado ejerce su actividad contra beneficios: si éstos son inexistentes, no hay motivación para intervenir en el sector del cuidado; y si impera la Ley del Hierro del Cuidado, la existencia de empresas es exigua. El segundo sector, voluntariado, al contrario que el empresariado, va contra pérdidas pero no juega con la regla del intercambio, lo que coarta significativamente su intervención ex-ante en este sector. El tercer sector, el Estado, quien provee aquellos bienes o servicios inalcanzables por los individuos, tiene unos recursos que son limitados para afrontar un consumo de recursos infinitos por parte de los individuos. Para ilustrarlo arrojó la siguiente cita: “para atender con garantía el 10% de las personas con peor estado de salud, es necesario incrementar un 70% el número de personas de la Seguridad Social: de ahí la idea de la Ley de Dependencia de atender a aquellas personas con peor estado de salud, esto es, con grandes necesidades”.

Desembarcó la crisis, y la solución preferida por parte de las personas dependientes y del ente público fue satisfacer necesidades a través de regalías monetarias, especialmente aquellas destinadas a cuidados en el entorno familiar y cuidadores no profesionales. Aquí aparece el cuarto sector, el hogar, quien la ponente denominó magistralmente como el “cuidatoriado”, cuya acepción aproximada podría ser “dícese de aquella clase social sobre la que se vierten las tareas de cuidado que el resto de la sociedad no desea”. En este sentido, han sido y son los hogares quienes ejercen la piedra angular del cuidado, mezclando hasta el extremo intercambio y donación, actuando la mujer como principal protagonista en el suministro de servicios de cuidado.

Los hogares han aumentado de manera providencial la provisión de cuidados, pero a través de la acumulación de tareas generando abundantes cuantías de estrés para quien ejerce dicha provisión: una vez más, la mujer. Y en este punto, la ponente planteó una reflexión específica acompañada de murmullos intensos por parte del público vertidos en el salón a modo de respuesta tímida pero decidida: ¿las mujeres de hoy quieren seguir siendo productoras de servicios de cuidados? Porque efectivamente, el cuidado no es gratuito, es muy caro si las unidades de medida utilizadas son el dinero y el tiempo; especialmente el tiempo. Concluyó el parlamento declarándose optimista, e invitando a la sociedad a redistribuir la carga jóvenes-mayores mediante el diseño de un nuevo contrato social, donde por ejemplo, las empresas puedan encontrar nichos de mercado más atractivos y asequibles, y un nuevo contrato social entre mujeres y hombres.

De izquierda a derecha: Francisco Escribano Sotos y María Ángeles Durán.

Tomó el relevo tras un breve descanso la Dra. Luz María Peña Longobardo, quien esbozó acertadamente el diagnóstico actual del papel de los cuidados informales desde los principales prismas de intervención. Justificó que en España se gasta relativamente poco en cuidados de larga duración, avalado esencialmente por el modelo de dichos cuidados predominante: el modelo mediterráneo. Este se caracteriza por el reducido desarrollo del cuidado profesional y una clara supremacía en magnitud e intensidad del cuidado informal. Sin embargo, el carácter altruista en la provisión de dichos cuidados no implica su gratuidad. El coste de oportunidad soportado por quien cuida no sólo se valora en términos de renuncia a otras actividades, desde responsabilidades laborales a tiempos de ocio, sino que la carga soportada por el cuidador conlleva a la generación de problemas de salud nada despreciables.

Entre los factores asociados que incrementan la aparición de dichos problemas, la oradora señaló la edad del cuidador, el hecho de ser mujer, los años que lleva ejerciendo la labor de cuidar o la realización de tareas ingratas percibidas así por el cuidador. Pero estos problemas de salud se ven acompañados también por problemas en el ámbito laboral, donde la mujer incrementa la probabilidad de verse afectada, y también problemas en el entorno social. Por tanto, el cuidador informal tiene que soportar una carga económica junto a la no económica. Sin embargo, llamativo fue que las personas cuidadoras también manifiesten aspectos positivos derivados del cuidado informal, tales como empatía, aumento de autoestima o autorrealización. Terminó su intervención enumerando las tareas y retos pendientes para proteger el cuidado informal, como es la protección en el ámbito laboral de los cuidadores informales, la protección del bienestar de los cuidadores a través de servicios de respiro, servicios de información o programas de formación.

De izquierda a derecha: David Rodrigo Sancho, Antonio Cifuentes Martínez, Isabel Pardo García, Luz María Peña Longobardo.

La ponencia de Antonio Cifuentes Martínez se realizó en relación a su vivencia personal derivada de la realización de su actividad profesional como Jefe de Servicio de Dependencia de Ciudad Real, donde narró en primera persona la casuística diaria a la que se enfrenta desde su trabajo. Incidió especialmente en haber conseguido reducir los tiempos de espera hasta menos de dos meses con carácter general la tramitación de solicitudes en dos tiempos esenciales: baremar asignando grado de dependencia y elaborar el Plan Individualizado de Atención. Si bien, la puesta efectiva del servicio puede diferir en tiempo según el tipo de servicio.

Cerró esta segunda mesa el técnico de dependencia David Rodrigo Sancho, quien desgranó detalladamente cada uno de los pasos y de las preguntas, con sus distintas opciones del cuestionario que es llevado a cabo en el proceso de valoración. Con ello contribuyó a realizar un retrato ilustrador de todas las potenciales tareas en las que se puede ser dependiente.

Mujeres muy profesionales y muy cuidadoras

Las y los ponentes nos dejaron claro que actualmente las mujeres continúan siendo las mayores proveedoras de servicios de cuidados, aunque los hombres cada vez participan más. Las mujeres cuidan mucho, y bien.

Este año, y por primera vez en la historia de nuestra asociación, tenemos tres presidentas: la presidenta de AES Laura Vallejo-Torres, la presidenta del Comité Científico Dolores Jiménez Rubio e Isabel Pardo García presidiendo el Comité Organizador. A los que vengáis a las Jornadas de AES en junio en Albacete, os podemos asegurar que se os va cuidar muy bien porque estas tres mujeres están capitaneando equipos que van a hacer que todo sea un éxito. ¿Quién se lo va a perder? ¡Nos vemos en junio!

De izquierda a derecha: Dolores Jiménez Rubio, Laura Vallejo-Torres, e Isabel Pardo García.

Cobertura mediática de la Jornada Técnica:

MasQueAlba

La Tribuna de Albacete

 

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