Lecciones de las XXXVIII Jornadas AES

Este texto pretende recopilar los mensajes más destacados que nos han dejado los participantes en las XXXVIII Jornadas AES, y que incluso han trascendido más allá de las paredes del auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas de Gran Canaria.

Las decisiones que se adopten en materia sanitaria tienen que ser informadas y basadas en la evidencia científica. Generamos información relevante en equidad y eficiencia, pero a posteriori no se tiene en cuenta en el momento de tomar decisiones. Es necesario que haya un incremento en la inversión en investigación, desarrollo e innovación en Sanidad y que se fomente la evaluación de las políticas públicas para poder evaluar el impacto real y la eficiencia de las políticas de salud.

De igual modo, es importante establecer mecanismos que den respuesta efectiva a la participación ciudadana, que promuevan la corresponsabilidad del paciente y enriquezcan la toma de decisiones. La clave es priorizar los modelos participativos más allá de los órganos tradicionales de los consejos de salud y comisiones de participación hospitalaria, como por ejemplo, la creación de la escuela de pacientes o la puesta en marcha de los presupuestos participativos, que unidos a iniciativas como la web de escucha activa y la creación de la mesa de asociaciones de pacientes, darán voz tanto a los profesionales como a los pacientes y sus familias. El futuro está basado en el diálogo, la transparencia y la toma de decisiones compartidas, además de en las políticas y gestión sanitarias basadas en la evidencia científica, condiciones que, aunque no son suficientes, sí son necesarias, para lograr la equidad y la eficiencia.

A lo largo de las Jornadas también se ha cuestionado la equidad de los copagos. Se ha reflexionado sobre el origen de la inequidad en los copagos, destacando que una gran parte de la inequidad inherente no tiene que ver tanto con los pensionistas como con los activos pobres, quienes tienen que pagar el 40% de los medicamentos (sin techo de gasto), porque el sistema no se adapta a la renta de los beneficiarios, ni distingue si tienen trabajo o no. Debe resolverse esta gran inequidad teniendo en cuenta el empobrecimiento en España durante la crisis y que hay muchas familias por debajo del umbral de la pobreza para las que el gasto en medicamentos puede llegar a ser catastrófico. La modificación del copago farmacéutico no solo no ha cumplido el objetivo de disuadir del recurso a los medicamentos innecesarios, sino que, además, derivó gasto que era financiado con fondos públicos directamente a los usuarios, incrementando así las desigualdades. Las medidas del Real Decreto-Ley 16/2012 sobre el copago no contribuyeron a un menor consumo de medicamentos en el medio plazo, tras el impacto inmediato, y, por lo tanto, no tuvieron un efecto disuasorio. En cambio, el establecimiento de topes en el gasto para los pensionistas, pero no para otros colectivos como los empleados, difícilmente se ajusta a los criterios de eficiencia y equidad.

Por otro lado, y muy en relación con la idea anterior, se ha instado al Gobierno a incrementar recursos en Dependencia como inversión en salud y a aprovechar el nuevo ciclo económico para incrementar los recursos para el desarrollo efectivo de la Ley de Dependencia, que quedó aparcada con la crisis. Existe necesidad de hacer un nuevo esfuerzo presupuestario para la puesta en marcha real de la Ley de Dependencia, tras constatar que el despliegue efectivo del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia fue una de las cosas que se llevó la crisis económica. Esta Ley se puede contemplar como una inversión social (y no un mero gasto) que se hace en el presente, pero tiene un retorno social en el futuro al disminuir la dependencia. Por ello se recomienda inversiones en salud pública, prevención y programas de educación en hábitos saludables, que permiten retrasar las enfermedades crónicas y disminuir la tasa de dependientes. Estos objetivos contribuyen, por un lado, a aumentar la calidad de vida, y por otro, a ayudar a que el sistema sea sostenible.

Actualmente existe un gran volumen de población dependiente que, aparte de las posibles ayudas que pueda tener por parte de la administración, es atendida por familiares o allegados que ayudan en sus cuidados de manera no profesional. Los cambios demográficos y sociales, actuales y futuros, ponen en tela de juicio la solvencia de un sistema sustentado de manera tan desequilibrada en el cuidado informal. Por eso, es cada vez más necesario un apoyo institucional y de desarrollo de servicios públicos en estos campos y se insta a las Comunidades Autónomas, pero principalmente a la Administración Central, a plantearse el volver a reactivar el gasto en dependencia para dotar de más recursos no sólo en lo estrictamente asistencial, sino también en aspectos como la atención domiciliaria o los centros de día.

La soledad puede incrementar el riesgo de enfermedad crónica en personas mayores. Por ello, se ha resaltado la importancia de la soledad como nuevo factor de riesgo asociado a las enfermedades crónicas, y se ha evidenciado que las personas con una mayor participación social tienen menor riesgo de padecimiento de múltiples enfermedades crónicas.

Otro factor relacionado con el envejecimiento y que ha centrado buena parte de las intervenciones en las XXXVIII Jornadas de Economía de la Salud es el de los cuidados al final de la vida. Estos cuidados se pueden dividir en dos tipos: los que prolongan la vida y los paliativos, definidos como aquellos que mejoran los síntomas de los pacientes en las fases terminales, y que además suponen un ahorro de costes frente a la opción de no emplearlos. Según varios estudios, si los últimos días de vida transcurren en el hogar se da, tanto un uso menor de recursos del sistema, como una mejora de la calidad de vida y satisfacción de pacientes y cuidadores. Por eso, se considera que a la hora de abordar un modelo para paliativos en España se debe responder a la triple pregunta de quién debe encargarse, dónde y de qué manera. Se debe contar con profesionales en la unidad de paliativos del hospital, pero también con la implicación de los profesionales de atención primaria, respetando las decisiones de los pacientes, ya que el de los cuidados paliativos es precisamente uno de los ámbitos de la atención sanitaria en los que más hay que compartir decisiones. Se tiene que apostar por una mejora en el proceso de toma de decisiones compartidas al final de la vida como factor que mejora el bienestar del conjunto de la familia. En cualquier caso, este es un tema contaminado por planteamientos ideológicos y religiosos.

Estos son solo algunos de los mensajes que nos han dejado estas últimas Jornadas. Pero también hay otras reflexiones sobre la importancia de cómo transmitimos la información técnica a los pacientes, para llegar a la toma de decisiones compartida, y los sesgos que puede causar una información mal transmitida por el médico y mal entendida por parte del paciente. Finalmente, fue también relevante la visión de la relación médico paciente como un proceso de negociación y con intereses personales que influyen en la decisión final. Está claro que ha habido otros muchos mensajes relevantes y que nos encantaría que compartierais con nosotros respondiendo a este post. Muchas gracias.

 

Comité Científico, XXXVIII Jornadas AES

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